Local: Circo Price de Madrid
Dirección: Monica Strotmann
Interpretes: Circo de Wuhan
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El Gran Circo Nacional Chino visita España con su espectáculo “¡Piratas, piratas!”, más de sesenta acróbatas circenses de la élite China, Mongolia, Rusia, India y Malasia se visten de corsarios para recordar con nostalgia las más célebres películas de piratas. Este espectáculo de unas dos horas y media de duración corre a cargo del circo de la ciudad china de Wuhan en colaboración con el equipo artístico holandés Stardust Circus, una compañía fundada en 1971 por Henk Van der Meyden que funciona como una de las mayores productoras de grandes espectáculos de circo y danza de Europa.
Se desarrolla en los siete mares del mundo que en siglos pasados fueron invadidos por peligrosos barcos piratas. Los intrépidos piratas son interpretados de forma emocionante por más de 60 acróbatas entre los que se encuentran los mejores artistas circenses de élite de distintos países: China, Mongolia, Rusia, India, Malasia.
Los grandes artistas, en su mayoría premiados internacionalmente, muestran sus impresionantes habilidades en vivo con espectaculares e imposibles números de acrobacia, saltos vertiginosos al vacío, balanceos en mástiles de varios metros de altura, valientes luchas de espadas entre el bien y el mal, duelos formidables, que dejarán al público sin aliento.
Todo se mueve, en este nuevo montaje, en torno al mundo de los piratas. Ésa es la hilazón temática y estética, quizá aprovechando que se han puesto de moda estos aventureros marinos. Pero aquí no hay imágenes manipuladas ni trucaje alguno; sólo hombres y mujeres de China, Rusia, Mongolia, India y Malaisia, poseedores de unas excepcionales habilidades corporales.
Contorsionismos, números aéreos, acrobacias, saltos vertiginosos al vacío, balanceos en mástiles de varios metros de altura y luchas de espadas son parte de este circo que se puede ver con niños. Pero no es necesario tomarles como excusa para ir a comprobar cómo estos artistas son capaces de cortar la respiración con esos cuerpos adiestrados desde los ocho años, edad a la que suelen empezar en las escuelas nacionales de circo donde se les entrena, de cuatro a seis horas diarias, para llegar al máximo.
El resultado final es una modernización de esas acrobacias imposibles e inverosímiles que conforman la base de todos los espectáculos circenses chinos, que cuentan con 2.000 años de tradición, donde no faltan instrumentos cotidianos y tradicionales, como platos, bastones, cometas, aros, sillas o diábolos.
Unos 600 focos, cerca de cien personas entre las que hay 60 acróbatas, 450 trajes y un año y medio de trabajo intenso se ocultan tras las cerca de dos horas y media de este espectáculo que Van der Meyden diferencia del conocido Cirque du Soleil en que es “más dinámico y acrobático, al tiempo que más teatral y marcado por un ritmo vertiginoso…; además”, añade, “en el Soleil hay dos o tres números buenos; aquí todos son inmejorables”, comenta este productor acostumbrado a buscar por circos y festivales a los mejores especialistas en convertir el peligro en arte.
Sobre el escenario, se suceden números que recuerdan con nostalgia a las películas clásicas de piratas. El mar, duelos formidables, circo y poesía en esta producción que corre a cargo de la troupe del circo de la ciudad china de Wuhan en colaboración con un equipo artístico holandés de primer orden.
