domingo, 27 de mayo de 2018

El burlador de Sevilla

Género: Teatro
Local: Teatro de la Comedia
Autor: Tirso de Molina

Versión: Borja Ortiz de Gondra
Dirección:  Josep Maria Mestres
Interpretes:

Isabela Elvira Cuadrupani
Don Juan Raúl Prieto
Rey de Nápoles / Fabio Ricardo Reguera
Don Pedro / Rey de Castilla  Pedro Miguel Martínez
Ripio / Anfriso  Samuel Viyuela González
Duque Octavio  Egoitz Sánchez
Tisbea  Mamen Camacho
Catalinón Pepe Viyuela
Don Gonzalo  Paco Lahoz
Doña Ana / Constanza / Belisa Irene Serrano
Don Diego Juan Calot
Marqués de la Mota  Ángel Pardo
Batricio José Juan Rodríguez
Aminta Lara Grube
Gaseno José Ramón Iglesias

Información adicional:
[…] y el mayor
gusto que en mi puede haber es burlar una mujer
y dejarla sin honor.
[El burlador de Sevilla (jornada segunda). Don Juan]

Toda la simpatía que podía despertarnos el personaje se desvanece en el momento en que pronuncia estos versos. Ahí es cuando caemos en la cuenta: estamos ante un psicópata. Para don Juan la seducción es un acto de crueldad.

Con todos los defectos y bajezas morales que imaginar pudiera, Tirso de Molina creó, hace casi cuatrocientos años, uno de los personajes literarios más famosos de todos los tiempos: Don Juan. Transgresor de todas las leyes humanas y divinas, instalado en la búsqueda del hedonismo más egoísta y desenfrenado, seductor en grado extremo. Un «antisistema» avant la lettre. Pero no olvidemos que, aunque desprecie las jerarquías, el burlador ejerce su «contestación» desde una elevada posición social. 

Es cierto que el ejemplarizante castigo final que le depara el autor, hoy nos deja más bien fríos. Somos bastante menos crédulos que los espectadores a los que iba dirigida la obra en la fecha de su estreno, y nos cuesta quedarnos satisfechos con la promesa de que los malos serán sometidos a la justicia divina y a una merecida condenación eterna. Tendríamos más que suficiente con que los condenara la justicia humana. Pero, como no siempre es así, nos queda el consuelo de la justicia poética. Nos queda Tirso y la historia de su Burlador: un hombre que quiso ser Dios y acabó en el infierno. 

El burlador de Sevilla, despojado de su aura mítica, se nos aparece hoy como un personaje que resiste con fuerza una mirada contemporánea. Aunque la crueldad y la falta de empatía para con sus víctimas no causen un profundo rechazo, pese a que percibimos su nula sensibilidad para calibrar los daños colaterales de sus actos, quizás podamos llegar a comprender los motivos de su desazón, su inquebrantable rebeldía, su rotunda negativa a aceptar ningún tipo de límite. Lejos de reconfortarnos, la peripecia de don Juan nos resulta hoy inquietante, nos intranquiliza. Y esta es su valiosa utilidad.

El resto de los personajes, sean nobles, villanos o campesinos, a menudo también manifiestan una altura moral bastante dudosa. Nadie está libre de contradicciones éticas. Los afilados dardos de Tirso apuntan en todas las direcciones: el abuso de poder y la prevaricación son usuales en la corte, pero también los aldeanos se mueven por bajos intereses. Hay que destacar también que las mujeres del burlador de Tirso son de una modernidad radical para su época. Son activas, desean, toman decisiones…, denuncian a su agresor (el me too no queda tan lejos). A través de ellas el autor nos descubre prejuicios, convicciones y comportamientos machistas seculares. Arrancarlos de raíz es ya nuestra labor.

Por todo esto nos sigue interesando El burlador de Sevilla. Y porque hay tanta poesía, tanta belleza, tanta magia, tanto sentido del humos, tanta teatralidad en el cuento de Tirso que no nos cansamos de escucharlo. Quizás sí siga siendo un mito...

(Josep María Mestres)














ficha didáctica