lunes, 28 de octubre de 2019

Herbie Hancock

Género: Jazz
Local: Auditorio Nacional

Interpretes: 
Herbie Hancock, piano y teclados
Elena Pinderhughes, flauta y voz
Lionel Loueke, guitarra
James Genus, bajo 
Justin Tyson, batería

Información adicional:

Hancock, jazzista y músico total

Antes de convertirse en leyenda, Hancock fue otro de esos músicos privilegiados señalados por el dedo divino de Miles Davis. Al igual que éste, el pianista ha paseado de manera protagónica buena parte de las geografías del jazz: desde las clásicas boperas a la vanguardia, pasando por la fusión de más fácil acceso, aquella que se conecta al pop-rock. En este sentido, en 2008 su revisión del cancionero de Joni Mitchell River: The Joni Letters se hizo con la máxima categoría de los Premios Grammy, la de mejor álbum del año, la segunda vez que un jazzista se alzaba con tal distinción después de que la alianza Getz-Gilberto hiciera lo propio en 1965. Hay algo en Hancock que tiende a buscar el gusto masivo, algo que, por otra parte, también obsesionó al último Miles Davis, y, desde luego, lo ha conseguido gracias a composiciones como Watermelon Man, Chameleon y, sobre todo, Cantaloupe Island, esta última, de dimensiones planetarias, gracias a la versión que hicieran los británicos Us3. En la actualidad, mantiene en paralelo distintos proyectos que de una u otra manera persiguen igualmente este refrendo, y ahí están, de hecho, sus conexiones recientes en colaboración con ese saxofonista, cantante y productor de oro rapero que es Terrace Martin.

Sea como fuere, todas las citas de Hancock generan máxima expectación, como la que protagoniza este nuevo regreso al Auditorio Nacional. Asimismo, la atención en las convocatorias del icónico pianista y teclista se centra en los créditos, pues también viene siendo norma desde hace tiempo las alineaciones que presenta, mirando siempre a jazzistas jóvenes. Lo sigue siendo ese guitarrista de Benín al que apadrinó en exclusividad, Lionel Loueke, por más que el muchacho ya haga carrera en solitario y se lo rifen otros grandes caballeros del jazz como Dave Holland. También lo es el bajista y contrabajista James Genus, uno de los músicos más solicitados del jazz fusion. Y, desde luego, lo son la cantante y flautista Elena Pinderhughes, sorprendente en el álbum Ancestral Recall de Christian Scott, y Justin Tyson, definido por la prensa estadounidense como uno de los mejores bateristas del momento, presente en los proyectos R+R=NOW, de ese nuevo gurú del jazz y el hip-hop que es Robert Glasper, o la mismísima Esperanza Spalding. Sí, últimamente, en las formaciones de Hancock hay hallazgos de muchos quilates jazzísticos, y sí, todos sus conciertos acaban siendo un festín musical.

Hay quienes opinan que el actual discurso del legendario pianista es una prolongación tardía de aquella aventura enchufada al funk y los sonidos eléctricos que protagonizó en los años setenta, Head Hunters, y no les falta razón. Cuenta, no obstante, Hancock con valores añadidos a esta actual tendencia jazzística de buscarse en la cultura del rap, y es que a él lo asisten más de cinco décadas entregado a las esencias más genuinas del jazz, y por eso sus propuestas siempre se entregan con más verdad musical de la que pudiera aparentar; no hay que olvidar de dónde viene este monumento de músico y jazzista.

Pablo Sanz

domingo, 27 de octubre de 2019

Descubre... Scheherezade

Género: Concierto
Local: Auditorio Nacional. Sala de Cámara
Intérpretes: Orquesta Nacional de España
Dirección: Simone Young
Presentación didáctica: Eva Sandoval (Radio Clásica. RTVE)

Programa:


Nikolai Rimsky-Korsakov (1844-1908)

I. Море и Синдбадов корабль
(El mar y el barco de Simbad)

II. Рассказ царевича Календера
(La leyenda del príncipe Kalendar)

III. Царевич и царевна
(El joven príncipe y la joven princesa)

IV. Багдадский праздник. Море. Корабль разбивается о скалу с медным всадником
(Festival en Bagdad. El mar. El barco se estrella contra un acantilado coronado por un guerrero de bronce)

Información adicional:

Una fantasía musical 

«Es en Oriente donde debemos buscar el Romanticismo supremo», afirmaba el filósofo Friedrich Schlegel en 1800. Y allí lo encontró el compositor Nikolai Rimsky-Korsakov (1844-1908), quien, además de sentirse fuertemente atraído por el folklore ruso, escribió distintas piezas inspiradas en Oriente, como su suite sinfónica Scheherezade. Para concebir la partitura se dejó seducir por el mundo mágico de las mezquitas, los turbantes, los genios y las lámparas maravillosas de Las mil y una noches. La estrategia narrativa de esta famosa recopilación medieval de cuentos tradicionales en lengua árabe le conquistó. Así lo cuenta en el prefacio de la partitura:
«El sultán Shahriar, persuadido de la perfidia y la infidelidad de las mujeres, jura matar a cada una de sus esposas después de pasar con ellas la primera noche. Pero la sultana Scheherezade logra salvar su vida cautivándole con las historias que le cuenta durante mil y una noches seguidas. Azuzado por su curiosidad, el sultán va demorando de día en día la ejecución de su mujer y acaba por renunciar a ella definitivamente. Scheherezade le cuenta muchas maravillas, citando los versos de los poetas y los textos de las canciones, uniendo las historias unas a otras».

Los títulos descriptivos originales de las cuatro secciones de la composición fueron finalmente rechazados por el propio Rimsky-Korsakov, tal y como explica en su autobiografía Crónicas de mi vida musical:
«Suprimí las indicaciones que figuraban en cada parte, pues con ellas sólo me proponía encauzar la fantasía del oyente y marcarle la ruta que siguió la mía, dejando así libertad a las concepciones particulares de la voluntad y el estado de ánimo de cada individuo. Me propuse que si al oyente le gustaba mi obra sinfónica experimentase la impresión de una narración oriental sobre numerosos y variados cuentos fantásticos, y no solamente cuatro piezas que se suceden sin variedad en el material temático».

El discurso directo y lineal de Rimsky-Korsakov nos permite especular con la caracterización sonora de los principales elementos y personajes de los cuentos. En El mar y el barco de Simbad se presentan musicalmente los dos protagonistas de la historia. El diseño inicial al unísono simboliza la temible y tiránica voz del sultán. Scheherezade le responde con el dulce timbre del violín solista que interpreta una melodía sinuosamente ornamentada. Ambos temas aparecen de forma recurrente en toda la obra, como si se tratara de las «voces en off» de una película. Después, el autor, gran amante del mar, recreó en esta primera sección un océano a través de las olas de arpegios en las cuerdas sobre las que viaja el motivo del barco de Simbad que desata una airada tormenta sinfónica.

En La leyenda del príncipe Kalendar el compositor juega con un caprichoso tema que presenta el fagot y que se identifica con el príncipe. Este personaje, sometido a diversos juegos tímbricos hilvanados por la destreza orquestal del ruso, librará una feroz batalla. El joven príncipe y la joven princesa nos ofrecen una tierna y juguetona escena de amor entre la cantinela dulce de las cuerdas y las vertiginosas escalas de la sección de viento-madera. Y en el delirante Festival en Bagdad. El mar. El barco se estrella contra un acantilado coronado por un guerrero de bronce asistimos a una gran fiesta catártica del tutti orquestal. Por sorpresa, nos situamos de nuevo en el mar para vivir la última aventura de Simbad, que concluye de forma trágica en un explosivo clímax. Afortunadamente, tras mil y una noches de cuentos, el sultán se transforma en un motivo musical cálido y sumiso vencido por la ingeniosa voz femenina de su última esposa.

Eva Sandoval

martes, 8 de octubre de 2019

CICLO SATÉLITES: THE FIVES

Género: Concierto
Local: Auditorio Nacional. Sala de Cámara
Intérpretes: 
Ángel Belda, Clarinete
Enrique Pérez, Clarinete
Javier Balaguer, Clarinete
Carlos Casadó, Corno di bassetto
Eduardo Raimundo, Clarinete bajo

Programa:

John Cage (1912 – 1992)
Five

Johann Sebastian Bach (1685 – 1750)
Fuga núm. 16 en sol menor de El clave bien temperado, Libro I (Arr. Richard Byrnes)

Wolfgang Amadeus Mozart (1756 – 1791)
Adagio en si bemol mayor para dos clarinetes y tres cornos di bassetto, K. 411

Isaac Albéniz (1860 – 1909)
Suite española, opus 47 (Arr. Marcel Bourgeois)
Catalunya
Aragón
Cádiz
Sevilla

Jean-Michel Maury (1961)
Sueños de ébano
Attrape-moi pour voir
Tamyflux (Clarinet Antibiotics)

Tradicional
Shatser Chusidl (Arr. Reiner Oberbeck, Slava Kazykin, Svetlana Kazykina)

George Gershwin (1898 – 1937)
Gershwin Favourites (Arr. Roland Kernen. Adaptación para quinteto de Tomás Horcajada)

Herbie Hancock (1940)

Spain (Arr. Thomas H. Graf)

Información adicional:

THE FIVES. 


«Es el clarinete mágico, agudo, grave, redondo, melodioso, ronco, ligado, profundo. Uno contempla, se pasea, no va a ningún sitio, vuelve en silencio. La garganta, el soplo, los dedos, la madera convertida en voz y voz de ambos sexos (o de ninguno). Todo lo encanta el clarinete mágico […] toda la orquesta de las apariencias, pero también de los colores, de los contornos, los relieves, las lejanías, los fosos, los precipicios, el dolor de ser y de haber sido. Resiste a todo…» [Misterioso Mozart, Philippe Sollers, Alba Editorial, s.l.u.]

Estas palabras, citadas por Philippe Sollers en su encantador estudio sobre el genio de Mozart, su vida y su obra, son una formidable presentación del instrumento que nos ocupa esta noche. Efectivamente, y sin caer en los tópicos, el clarinete, en el momento de su irrupción en el ámbito sinfónico, ofreció nuevas prestaciones en cuanto a la apertura de nuevas vías, léase, un timbre nuevo y una especial sutileza en cuanto a la dinámica, además de asociarse excelentemente con las trompas.
A partir de ahí y en virtud de la colaboración entre maestros del instrumento (Städler, Thomas Lindsay, Simon Hermstedt, Heinrich Baermann, Bernt Crussell o Richard Mülhfeld) y compositores como el citado Mozart, Ludwig Spohr o Brahms, el clarinete fue encontrando su propia voz para no perderla ya. El repertorio que presentamos hoy, es la herramienta que ha permitido a The Fives jugar con esa voz.

Nuestro trabajo en la orquesta nos demanda un conocimiento mutuo. A lo largo de las temporadas, conocemos las tendencias de cada uno, tratamos de aprovechar nuestras bondades, intentamos mejorar aquellas cosas de las que adolecemos, aprendemos a hacernos nuestras coberturas y tratamos de aceptar, como dice un compañero, los daños colaterales que a veces suceden. Todo ello, que forma parte de nuestro trabajo diario, hemos querido situarlo en un entorno donde se puede «entrenar» de una manera más focalizada. Y no es otro que el de la música de cámara. El diverso mundo del programa de hoy nos acerca a ustedes desde una perspectiva diferente y a nosotros nos ayuda, en cierto modo también, a encontrar una nueva voz.

CARLOS J. CASADÓ

domingo, 6 de octubre de 2019

Areva, una mujer de Numancia

Género: Teatro
Local: Auditorio Museo Arqueológico Nacional

Realización y producción: Jon Sarasti y María José Stefanía
Dramaturgia y dirección: Jon Sarasti
Producción y documentación: Maria José Stefanía
Ambientación sonora: Gonzalo Galiñanes
Escenografía y vestuario: Enrique Benito
Fotografía: Patricia Abascal
Interprete: Natalia Moya

Información adicional: 
Acción y recreación histórica cuya protagonista, Areva, es un personaje de ficción que se sitúa en la ciudad romana de Sagunto, en el año 123 a. C., diez años después de la conquista de Numancia por los Romanos. Su conmovedor relato transmite sus recuerdos sobre los acontecimientos históricos de un episodio concreto de la conquista romana: la guerra de Numancia.

El espectáculo teatral esta basado íntegramente en los datos obtenidos de investigaciones arqueológicas. El monólogo aprovecha la capacidad comunicativa de la narración en primera persona para acercar al espectador al momento histórico, consiguiendo que el verdadero protagonista sea la gente corriente que cuenta sus vivencias

Este episodio forma parte de un ciclo que ofrece un recorrido documentado y verosímil de la historia de España contado por sus propios protagonistas. Con él se da voz a personas que vivieron o pudieron vivir en momentos críticos y trascendentales de nuestra historia. 

Datos sobre el contexto histórico de la obra: 

Areva
Nombre de la protagonista del relato, nacida en 178 a.C. Toma su nombre de los arévacos, pueblo celtíbero de la meseta central que ofreció gran resistencia a la conquista romana. Una vez asolada Numancia, los sobrevivientes se convierten en botín del ejército romano y son trasladados a Roma para su exhibición como perdedores. Sin embargo, Areva no correrá esa suerte: por sus conocimientos de “contar, medir, calcular y leer en las monedas las letras de los iberos” será comprada como esclava a los centuriones romanos por un comerciante de la romanizada Sagunto.

Bílbilis
Ciudad prerromana, Bílbilis Itálica romana, actual Calatayud (Zaragoza).

Calagurris
Ciudad prerromana, Cala-gurris Iulia romana, actual Calahorra (La Rioja).

Cartago
Ciudad norteafricana de origen fenicio. Fue el escenario de la primera guerra púnica, en la que los cartagineses (púnicos) se enfrentaron a Roma por el control del Medite-rráneo. Durante la segunda guerra púnica (218 –202 a.C) la acción se traslada a la península Ibérica, fuente de suministros para el ejército del cartaginés Aníbal, que se había convertido en verdadera amenaza para Roma. En este marco cabe situar la llegada de elefantes a la Península, traídos por Aníbal. Tras la victoria sobre los cartagineses y una vez expulsados, los romanos deciden quedarse en la Península, que se convierte en Hispania, provincia del Imperio, pero su conquista será paulatina y no acabará hasta Augusto, en el año 29 a.C.

Moncayo
La sierra del Moncayo se haya ubicada en la cordillera Ibérica, a caballo entre las cuencas hidrográficas del Duero y del Ebro. La cumbre del Moncayo (2.315 m.) es su máxima cota. En la Antigüedad, estuvo poblada de bosques de robles y encinas, como los que rodeaban Numancia, según los textos clásicos, y que ofrecían un medio apto para el pastoreo y la cría de ganado, complemento de la dieta alimenticia de cereal de trigo y cebada de los celtíberos, a la que se añadían, además, los productos de la huerta. La explotación de las minas de hierro del Moncayo era otro elemento importante dentro de la economía celtibérica, lo que permitió el desarrollo de una manufactura siderúrgica.

Numancia
Ciudad celtíbera. En un principio habitada por los pelendones (también celtíberos) hasta su ocupación por los arévacos a principios del siglo II a.C. Tras su destrucción por los romanos en 133 a.C., fue ocupada de nuevo por los pelendones, aliados de los romanos.

Roma
Ciudad italiana fundada en el año 754 a.C., fue centro de un gran Imperio que duraría más de seis siglos. Aún hoy somos deudores de su cultura, una de las más fecundas de la Antigüedad. La resistencia al avance romano en la Península fue muy fuerte por parte de los celtíberos, lo que dio lugar a las denominadas guerras celtibéricas a partir del episodio de Segeda. Previamente, en los años 180-179 a.C, Sempronio Graco firmó un pacto con los celtíberos por el que éstos accedían a pagar impuestos, a no levantar nuevas ciudades y a suministrar tropas auxiliares a los romanos. En contrapartida, Graco distribuyó lotes de tierra asentando en ellas a familias celtíberas. Fueron años de paz en la región y los acuerdos alcanzados serían luego modelo a seguir por los indígenas en su relación con Roma, estos años son recordados con nostalgia por Areva.
A mediados del siglo II, sin embargo, la política del Senado romano cambió de manera notable. Roma precisaba cada vez con más intensidad apropiarse de tierras, minas, esclavos, tributos...
Eran tiempos de una fuerte crisis social en Italia y el Senado quería que ingentes cantidades de recursos afluyesen hacia la metrópoli. Ello motivó una fuerte acción militarista y expansionista en los distintos frentes del Mediterráneo. Roma precisaba de un pretexto que le permitiera ocupar la Celtiberia. La ciudad de Segeda, al fortificarse, se lo concedió.

Rubia
Planta de cuya raíz se obtenía un tinte de color rojo muy apreciado en la Antigüedad para teñir paños de lana.

Saguntum
Antigua Arse, ciudad aliada de los romanos en 219 a.C. y vencida por el general cartaginés Aníbal. Ahora, Areva vive aquí, es la esclava de un mercader y la ciudad ya está romanizada.

Sal marina
En la Antigüedad, la sal se empleada para la conservación de alimentos y era un elemento escaso y muy valorado, hasta el punto de que se empleaba como moneda. Los soldados romanos recibían una paga en granos de sal, origen de la palabra “salario”. Areva valora la sal marina por su mayor pureza y finura frente a la sal procedente de salinas del interior.

Segeda
Es la ciudad más importante de los belos, pueblo también celtíbero, situada cerca de Numancia; se rodeó de unos muros fuertes y obligó a los titos, otra tribu celtíbera limítrofe, a unírseles. El Senado les prohibió fortificarse, les reclamó los tributos estipulados en tiempos de Graco y les ordenó que proporcionaran las tropas acordadas. Ante la negativa de los belos, el Senado romano
consideró que tenía un adecuado pretexto para iniciar la guerra justamente. De esta forma, en el año 153 a.C., dieron comienzo las guerras celtibéricas y los habitantes de Segeda huyeron y se refugiaron en el territorio de los arévacos, como es recordado por Areva.
El día 23 de agosto, consagrado a Vulcano, las tropas romanas fueron vencidas por los celtíberos, registrando unas 6.000 bajas. Esa fecha fue considerada, en lo sucesivo y por ese motivo, día nefasto. Sin embargo, los restos del ejército invasor ya iniciaron, en ese mismo año, el cerco de Numancia.





video

jueves, 3 de octubre de 2019

Infinity

Imagen ©Hugh Turvey para CNDM
Género: Jazz
Local: Auditorio Nacional

Interpretes: 
Tom Harrell, trompeta y fliscorno 
Mark Turner, saxo tenor
Charles Altura, guitarra
Ugonna Okegwo, contrabajo
Johnathan Blake, batería

Información adicional:
© Angela Harrell
La belleza como principio y fin

Vive en un universo poético propio, donde la belleza se manifiesta de manera singular y extrema. El trompetista que se diera a conocer en los años ochenta como miembro del quinteto de Phil Woods no sólo ha soñado su soplo con este aliento poético, sino que, desde entonces, cada una de sus aventuras está marcada por una emoción tan extraña como singular. Todo ello tiene justo refrendo en cada uno de sus testimonios discográficos, pero, como es un músico y un creador de verdad, todo se amplifica en los directos, donde convierte los conciertos en maravillosos encuentros con una música elevada, definitiva.

Cabizbajo, con los brazos extendidos en paralelo a su cuerpo, el venerable jazzista más bien parece un viejo profesor de universidad venido a menos, una suerte de metáfora musical del matemático John Forbes Nash que inspirara el libro y la película Una mente maravillosa. Hasta que coge su trompeta o el fliscorno y empieza a respirar todas sus fantasías musicales; ahí, entonces, el hombre se hace pequeño y el artista gigante, proyectando una sombra poética con efectos si no hipnóticos, sí sanadores. Y es que todos los conciertos de Harrell desembocan en el mismo sitio, ya sea tocando jazz por derecho o abriéndose a melodías de inspiración clásica o folclórica: en una felicidad extrema.

Acude este caballero tras el extraordinario Moving Picture de hace un par de años, manufacturado con ese pianista febril que es Danny Grissett: ahora su visita se produce en otro contexto instrumental, por más que igualmente sea pequeño, y otro apoyo discográfico, Infinity, publicado en marzo pasado y también dentro del catálogo inteligente del sello HighNote. Así, junto a Harrell, estará al frente un saxofonista especialmente amigo de la afición española, Mark Turner; completan la alineación el guitarrista Charles Altura, el contrabajista Ugonna Okegwo (que reemplaza en el directo a su homólogo Ben Street) y el baterista Johnathan Blake. El entendimiento entre todos ellos se produce siempre desde los costados de la belleza, pues hace tiempo que al trompetista no le interesa otra cosa; todo lo demás ya lo lleva en su pasaporte artístico.

Hay mucho poso postbop en el discurso reciente de Harrell, una piel musical que le sirve para construir puentes hacia esa hermosura sosegada y equilibrada, sorprendiendo en paralelo por la vitalidad y la frescura que adormecen en cada una de sus composiciones originales, ya que no es muy dado a las versiones. Y es que la suya es una energía alimentada por impulsos de mucha exclusividad, pocos jazzistas como él pueden presumir de una personalidad tan poderosa y sostenida en el tiempo. Y tan ajena a todo lo que no siente como cercano, como propio. Una actitud muy frecuentada por grandes caballeros del jazz, que, con independencia del eco de su nombre, marca cada uno de sus movimientos, con decidida indiferencia por lo previsible, lo fútil. Todo en él es de verdad.

Pablo Sanz