sábado, 23 de enero de 2010

Interpretando a Tom Waits

Género: Teatro
Local: Teatros del Canal

Interpretes:
 La orquesta de los hombres orquesta

Información adicional:

Esta formación musical, fundada en 2002, está integrada por los canadienses Bruno Bouchard, Jasmin Cloutier, Simon Drouin y Simon Elmaleh. Para este espectáculo cuentan además con la colaboración de las dos cantantes del grupo de jazz The New Cackle Sisters, Gabrielle Bouthillier y Danya Ortmann.  




La Orquesta de los Hombres Orquesta busca texturas sonoras utilizando instrumentos de música inusitados, inventados o pescados en el barreño de la vida cotidiana. Corre riesgos provocando en escena accidentes sonoros, con los que juegan hábilmente los intérpretes. Tocan uno delante del otro, uno encima de otro, intercambian las voces, se ponen los dedos entre las cuerdas, se obstaculizan, se ponen la cuerda al cuello. Los intérpretes reactivan el universo de Tom Waits con flores y cuchillos puntiagudos, con justicia y originalidad. Se dice de ellos que hacen “música que se ve”. Es un espectáculo a caballo entre la extravagancia, el humor y la música, donde los cuatro intérpretes recrean el universo artístico del cantante, compositor y actor californiano Tom Waits, versionando temas de este músico en los que instrumentos tan usuales como la armónica, el bajo eléctrico, la guitarra o el violín se fusionarán con otros objetos domésticos, entre ellos un barreño para lavar ropa, espaguetis, tijeras, cuerdas, guantes de boxeo, una sierra, así como una botella de güisqui y una pistola de juguete que recuerdan a la América profunda de Waits. Y es que, el colectivo busca diferentes texturas sonoras dotando de un uso artístico a diferentes objetos cotidianos. 


Originalmente, La Orquesta de los Hombres Orquesta es una formación musical, aunque los miembros que evolucionan en ella practican disciplinas artísticas variadas. Al hilo de los distintos proyectos llevados a cabo, constatando la riqueza de esta colaboración y la originalidad de las producciones, el colectivo se metamorfoseó poco a poco en taller de bricolaje interdisciplinario. Gravitando alrededor del hombre-orquesta (hombre para todo, que no tiene otro talento particular que saber hacer un poco de todo, pero todo a la vez), el colectivo hace de todo, sin poseer por ello los talentos particulares o los conocimientos requeridos. Así buscan aproximarse al bricolaje, de arreglárselas con lo que se tiene y con la inteligencia.


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sábado, 16 de enero de 2010

El Sr. Ibrahim y las flores del Corán

Género: Teatro
Local: Teatro Arenal
Autor: Éric-Emmanuel Schmitt
Director: Ernesto Caballero
Interpretes: Juan Margallo, Ricardo Gómez


Información adicional:



Sencilla y profunda. Qué lecciones de vida encierra esta pequeña y redonda pieza de Éric-Emmanuel Schmitt. «El señor Ibrahim y las flores del Corán» es la entrega dedicada al islamismo y el judaísmo dentro de la denominada «Trilogía de lo invisible», compuesta por tres narraciones breves en las que el autor francés se aproxima de forma clara y sensible a las grandes religiones del mundo; las otras dos se centran respectivamente en el budismo («Milarepa») y el cristianismo («Oscar y Mamie Rose»). 

En 1999, Bruno-Abraham Kremer adaptó al teatro «El señor Ibrahim...», y en 2003, François Dupeyron la llevó al cine con Omar Shariff como protagonista. Así, el encanto, la frescura, la emoción limpia que transmite la historia ha cautivado a lectores y espectadores de todo el mundo. A finales de 2004, se estrenó en el Teatro María Guerrero esta versión escénica en castellano, escrita y dirigida por Ernesto Caballero, que se ha recuperado en el Teatro Arenal, protagonizada como entonces por Juan Margallo. Una adaptación ejemplar que concentra toda la acción del relato en la cotidianidad de la tienda de comestibles que, en el París de los años 60, regenta un maduro musulmán; a este modesto establecimiento de barrio acude Moisés, un adolescente judío que roba una lata de sardinas, un hecho que desencadena un proceso de comprensión, respeto mutuo, generosidad, convivencia y afecto. Esto es una alianza de civilizaciones y lo demás son gaitas.


El montaje está dirigido con transparente eficacia, es decir, de forma brillante, siempre al servicio de un texto en el que dos seres humanos son capaces de mirarse con los ojos del corazón. El señor Ibrahim es Juan Margallo, serena, sabia y maravillosamente transmutado en ese mahometano que interpreta el Corán como un compendio de amor y tolerancia. La mirada del otro, la del jovencito judío de familia desestructurada, corre a cargo de un actor nuevo en esta plaza, el debutante Ricardo Gómez, a quien hay que alabar su coraje para saltar de una serie televisiva de gran éxito como «Cuéntame» a las tablas, donde debe defender su personaje a cuerpo limpio, y lo hace bien.




Tolerancia. Amistad. Comprensión. El diálogo necesario entre diferentes culturas. Esa venda en los ojos del corazón que colocan las religiones a la hora de mirar al prójimo. La versión teatral de 'El señor Ibrahim y las flores del Corán' que se representa desde el 17 de diciembre en el Teatro Arenal (Madrid), pone de manifiesto todo estos conceptos, incluidos en el relato de Eric-Emmanuel Scmitt y presentes en sus diferentes montajes escénicos o en la película dirigida por Dupeyron.

Juan Margallo, cuya experiencia interpretativa abruma, y Ricardo Gómez, conocido por su papel de Carlitos en la serie televisiva 'Cuéntame', son los protagonistas del espectáculo, una versión de Ernesto Caballero, que mantiene la esencia de este clásico artístico con una adecuación textual a los tiempos actuales. Todo comienza cuando Moisés, un joven judío, acude a la tienda del señor Ibrahim, un reflexivo tendero árabe, para robarle algunas cosas mientras éste duerme en una silla. Su despertar propicia un diálogo que desembocará en un relación amistosa muy cercana, cuyo contexto histórico nos remonta al París de los 70.

Pese a la desconfianza inicial, Momó (como decide llamarle el tendero) y el señor Ibrahim traban una relación muy especial basada en las visitas del adolescente a la tienda, donde hablan de la vida, de sus religiones y donde comparten su sabiduría. La escenografía, que muestra el interior de la citada tienda, transmite una gran credibilidad y el espectador se engancha a la historia desde el primer minuto por la intensidad dialéctico-gestual profesada por los dos actores. El imaginario viaje a Oriente Medio o la hipnótica danza de Momó constituyen escenas entrañables durante 'El señor Ibrahim y las flores del Corán'.

Si tienen suerte, una vez finalizada la obra, Ricardo y Juan se sientan ante el público para conocer sus reacciones. Además, pueden saludarles personalmente. "Es una obra para todos los públicos", señalaba una señora desde la segunda fila. Correcto. Además, existen muchas posibilidades de que uno salga del teatro con la sensación de que somos más semejantes de lo que pensamos, pese a nuestras diferencias idiomáticas, de procedencia, raza, sexo o religión. Sobre todo, esto último. Quitémonos las vendas. Miremos al corazón.












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sábado, 9 de enero de 2010

Angelina o el honor de un brigadier

Género: Teatro
Local: Teatros del Canal
Autor: Enrique Jardiel Poncela

Director: Juan Carlos Pérez de la Fuente
Interpretes: 
Chete Lera, Soledad Mallol, Jacobo Dicenta, Carolina Lapausa, Luis Perezagua 
Información adicional:


Todo es teatro. En el escenario, otro escenario. Telones pintados, trampantojos y candilejas con su luz dorada y temblorosa. Y las sombras, personajes con sombra. Es otro tiempo, un siglo lejano, para Jardiel las postrimerías de la época colonial española. Transposición teatral de la memoria. Angelina transcurre en la primavera de 1880. Un tiempo nuevo llama a la puerta. Renovarse o morir, aunque morir de risa. Jardiel trae humor nuevo, el tinglado de la antigua farsa cruje y descubrimos atónitos que lo que relucía no era oro, es latón. Y se oxida. Este humor ventila, airea, ilumina, hiere, purifica y es un gratificante distanciamiento para revisar los mitos y las grandes palabras, ya tan polvorientas, que durante siglos, guardadas en escapularios, fueron santo y seña de este pueblo y de su teatro. Ironías del tiempo. Lo que hoy es humor, ayer fue llanto. 
A esta ceremonia acudirá Don Juan, que ahora se llama Germán. ¡Pobre mito desmitificado! Y Angelina, con su candorosa inocencia, desbancará a Doña Inés. Y tendremos también invitados de lujo: los cuernos que han florecido en la azotea del brigadier. Y ya se sabe, donde hay cuernos acuden, estén o no invitados, el honor, - bueno, el deshonor -, la deshorna, la humillación y el ultraje. ¡Qué gentío! ¡Ay, Jardiel, la que has liado! 
La acción transcurre en Madrid en la primavera de 1880 Angelina, hija de don Marcial, el brigadier, se escapa con Germán el día de su petición de mano. Su padre y Rodolfo, el novio abandonado, les persiguen. Don Marcial se bate en duelo con Germán y le hiere, enterándose entonces de que su mujer, Marcela, le estaba engañando también con el mismo galán. El brigadier ve su honor mancillado y decide tomar medidas drásticas…