domingo, 28 de octubre de 2018

Anthem

Género: Jazz
Local: Auditorio Nacional

Interpretes: 
Madeleine Peyroux, voz y guitarra
Aram Bajakian, guitarra y voz
Andy Ezrin, teclados y voz
Paul Frazier, bajo y voz
Graham Hawthorne, batería y voz

Información adicional:



Una cantante de hoy con voces de ayer

Regresa Madeleine Peyroux (Athens, Georgia, 1973) a este auditorio, más sabia, más emocionante. Hace tiempo que la cantante, guitarrista y compositora norteamericana dejó atrás su estatus de artista callejera, cuando en sus inicios se la podía ver compartiendo su canción por unas monedas. O por el roce con la gente a ras de suelo, que nunca se supo qué fue lo que le motivó a lanzarse al asfalto de las ciudades. Igualmente ha pasado de grabar para un sello independiente —pero de fino olfato y mayor verdad musical— como es Rounder, para actualmente ampliar su discografía en una multinacional (Verve/Universal). Y, a pesar de todo, cuando se sube a un escenario siempre se ve a la misma mujer, a la misma artista, lo cual da buen referendo de que lo tiene todo muy claro. Su voz sigue evocando añoranzas vocales de la gran Billie Holiday, mientras que su música sigue apoyándose en un blues heterodoxo y deconstruido que ha conquistado todos los corazones.

Nombre habitual en las programaciones de jazz, Peyroux transmite mucha gestualidad jazzística y en sus últimas entregas ha rentabilizado su sensibilidad compositora. Dos años después de Secular Hymns, disco interesante grabado en una iglesia británica del siglo XII, maneja ahora el repertorio registrado en el álbum Anthem, tema de Leonard Cohen a partir del cual da rienda suelta a ensoñaciones musicales con las que reflexiona de manera filosófica y poética sobre la actualidad socio-política del mundo y su país, con claros señalamientos a la administración Trump. Y, sí, le ha salido una obra densa, profunda, que nos descubre uno de los costados más personales de esta mujer que, de alguna manera, sigue pisando la calle.

El trabajo cuenta con la producción de Larry Klein, cuya labor se nota en un acabado sonoro minucioso y redondo. Ahora Peyroux presenta buena parte de las composiciones acompañada del guitarrista Aram Bajakian, el teclista Andy Ezrin, el bajista Paul Frazier y el baterista Graham Hawthorne, todos ellos doblando en segundas voces y coros. El registro discográfico —el noveno de la artista— incluye doce temas, todos originales menos dos: el mencionado Anthem de Cohen y Liberté, adaptación de un poema de Paul Eluard cantando en francés. Hay pequeñas curiosidades y agradables sorpresas, como una nana en castellano. Sí, Peyroux es una mujer de hoy con armas de ayer, y nadie puede poner en duda su valentía como artista y creadora, cualidades no siempre reconocidas con justicia por ese ruido que generan sus ventas y audiencias millonarias.

Los conciertos de Madeleine Peyroux están marcados siempre por esa presencia constante de la cuerda y raramente se le ha visto sin el respaldo de una segunda guitarra, contando en el disco con Dean Parks y David
Baerwald y, en esta gira, con el intérprete de origen armenio Aram Bajakian. Le sienta bien la cuerda a una voz que vive en el asfalto de blues, su mayor aval musical.

Pablo Sanz

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sábado, 27 de octubre de 2018

OMER AVITAL QANTAR

Género: Jazz
Local: Auditorio Nacional

Interpretes: 
Omer Avital,contrabajo
Eden Ladin, piano
Asaf Yuria, saxos tenor y soprano
Alexander Levin, saxo tenor
Ofri Nehemya, batería

Información adicional:

Un contrabajista para mil y una noches de jazz.
No se saben muy bien las razones que sustentan y avalan la fecunda cantera jazzística israelí, actualmente espoleada por musculosos intérpretes, caso del trompetista Avishai Cohen. A esta camada de talento se suma desde hace tiempo el contrabajista Omer Avital (Giv’atayim, 1971), animador desde hace dos décadas, y al igual que otros paisanos suyos, de la siempre efervescente escena neoyorquina. Hay algo en todos estos músicos, también en Avital, que conectan la música folclórica de su tierra con el jazz con una emoción y riqueza melódicas extremas, que convierten sus canciones en creaciones de una belleza sin límites. Y sí, es común también a todos ellos un peregrinaje habitual a la Gran Manzana, que acaba siendo escenario de una formación jazzística técnicamente impecable. Así le ocurrió a este contrabajista cuando a principios de los años noventa desembarcó en la actual capital del jazz, batiéndose el cobre con leyendas del género como los bateristas Roy Haynes, Jimmy Cobb, Al Foster… No es mala escuela para quien quiere y desea ser buen alumno.

Contrabajista total, con mil recursos y sensibilidades, Avital acude con el nuevo temario que ha empaquetado en su disco Qantar (Zamzama Records), repleto de aromas orientales como si de un café de Jerusalén se tratara, nutrido instrumentalmente por un quinteto que viene trabajando estrechamente desde 2016, el que forman Eden Ladin (piano), Asaf Yuria (saxos tenor y soprano), Alexander Levin (saxo tenor) y Ofri Nehemya (batería), amigos todos y residentes en Brooklyn. Se trata de una banda de músicos con una personalidad jazzística poderosa, nutrida desde todos los flancos del bebop, aunque especiada, como ya se ha sugerido, por ese cancionero doméstico y enraizado que se deriva de su origen israelí.

Este Qantar no es sino evolución de una trayectoria discográfica que cuenta con una decena de títulos y que en producciones recientes descubrimos monumentos musicales como los reunidos en New Song, y, singularmente, Suite of The East, un trabajo en el que traducía al jazz músicas de África del Norte y del Medio Oriente (de hecho el disco dio lugar a un super grupo, integrado por Gregory Tardy, Jason Lindner, Daniel Freedman y Nadav Remez). Hay mucha inteligencia en la música de este contrabajista que aquí, en nuestro país, conocemos gracias al OAM Trío, en el que coincidían el pianista Aaron Goldberg y nuestro amado baterista Marc Miralta, que de alguna manera nos puso en su pista. Con Golberg de hecho tiene otro proyecto a tres bandas, el Yes! Trio, en el que la plaza del baterista la asume Ali Jackson.

Otra de las aventuras que le tiene ocupado es el constante apoyo a su saxofonista Asaf Yuria, un intérprete con una sonoridad muy particular, voluminosa y al tiempo etérea, musculosa también cuando se trata de pelearse con los pasajes improvisados. Su participación en este Qantar así lo demostrará. Ante la propuesta de Omer Avital pudiera salir de nuevo la eterna cuestión: ¿el jazz ha muerto? Y la respuesta es clara: no, rotundamente no.