sábado, 23 de mayo de 2009

Una noche de Zarzuela

Género: Zarzuela
Local: 
Teatro de la Zarzuela 
Autor: 
Bernardo Sánchez y Luis Olmos

Obras de Álvarez, Alonso, Arrieta, Barbieri, Bretón, Chapí, Chueca y Valverde, Fernández Caballero, Giménez, Guerrero, Luna, Lleó, Marqués, Moreno Torroba, Penella, Sorozábal y Vives.Director: Luis Olmos,  Dirección musical: Cristóbal Soler
Interpretes: 
Esperanza Roy, Ana Ibarra, Yolanda Marín, Manuel de Diego, Alex Vicens, Carlos Bergasa, Isamel Fritschi, Juan Carlos Talavera, Eduardo Fernández, Coro del Teatro de la Zarzuela, Orquesta de la Comunidad de Madrid, Cristóbal Soler (director).

Información adicional:
La historia que cuenta transcurre durante la posguerra española: en el año 1941, una compañía de zarzuela aúna esfuerzos para sacar adelante un espectáculo de género lírico. De cómo salga la hazaña y de si resulta del gusto de un reputado mecenas, dependerá, no sólo la subsistencia de cada uno de los componentes de la numerosa compañía, sino también el futuro del teatro donde ensayan, amenazado de cierre por un grupo de acreedores.

Estamos en 1941, todavía año de privaciones, tras la guerra civil. A finales de los años 30, cantantes y compañías habían emigrado a Hispanoamérica. España se había vuelto imposible llena de humos y explosiones, que nada tenían que ver con la ilusión del teatro, sino con una dura realidad destructiva. Según testimonio de los autores de este libreto, la historia que pretendían contarnos se centraba en un barco y en una de esas compañías que huían de la quema, cada una por razones distintas. Después, la mirada de los autores recayó sobre los que se quedaron participando de las estrecheces, del miedo vigilado y de la amenaza del embargo económico.

Así surgió Apolonia  – en la trastienda del nombre está enmascarado Apolo, el mítico Teatro Apolo -  dueña de un teatro y de la antigua compañía de zarzuelas Vega-Carabias, exitosa antes de la guerra y ahora con dos supervivientes: Apolonia y su teatro atosigado por el embargo, e inhóspito debido a la humedad. Apolonia se resiste ante el fatal destino y, esperanzada por la promesa de un productor americano, comienza a reunir a los cantantes que, por una u otra razón, no pudieron emigrar y, ante la escasez de medios, idea una Antología, pensada ya por su difunto marido antes de la guerra. Entre el sinfín de dificultades está la contratación de los coros. Los autores rinden homenaje a toda esa población que canturreaba, con mejor o peor voz, los cantables de las zarzuelas, e inspiran a Apolonia dónde encontrarlo: entre las modistillas y vecinas del barrio. En principio tal recurso es poco digerible y surrealista, pues no es lo mismo el canturreo volando por los patios de vecindad, que el pretender ser un coro de zarzuela. Al desarrollar el texto los autores se han inclinado por cargarlo de mensajes de evidente intencionalidad política, (incluida la presencia de un “rojo” que la empresaria tiene escondido en el teatro y de unos policías secretas agresivos,  provocadores, violentos, chulos y camorristas que humillan, pistola en mano, a la antigua vedete).


Esta ingeniosidad de una Compañía de Zarzuela en construcción, nos lleva a presenciar los ensayos de “Una noche de Zarzuela” espectáculo producido por la promesas de los productores americanos - ¿un guiño a Bienvenido Mr. Marsall de Luis García Berlanga? - e ideado artísticamente por la Compañía Vega-Carabias. Planteado el libreto en estos términos, todo fluye en lo que respecta a crear una antología, fragmentos de escenografía tomada de aquí y allá, híbrido vestuario, ofrecernos visualmente la tramoya del teatro – teatro dentro del teatro, que siempre es apetecible para el público -, y, “pian piano” una reflexión sobre la situación socio económica y política del momento. Lógicamente, tal situación, vista desde el 2009, en el que análisis de ese período no es muy halagüeño en lo concerniente a libertades y demás esperanzas de justicia.




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