sábado, 16 de enero de 2010

El Sr. Ibrahim y las flores del Corán

Género: Teatro
Local: Teatro Arenal
Autor: Éric-Emmanuel Schmitt
Director: Ernesto Caballero
Interpretes: Juan Margallo, Ricardo Gómez


Información adicional:



Sencilla y profunda. Qué lecciones de vida encierra esta pequeña y redonda pieza de Éric-Emmanuel Schmitt. «El señor Ibrahim y las flores del Corán» es la entrega dedicada al islamismo y el judaísmo dentro de la denominada «Trilogía de lo invisible», compuesta por tres narraciones breves en las que el autor francés se aproxima de forma clara y sensible a las grandes religiones del mundo; las otras dos se centran respectivamente en el budismo («Milarepa») y el cristianismo («Oscar y Mamie Rose»). 

En 1999, Bruno-Abraham Kremer adaptó al teatro «El señor Ibrahim...», y en 2003, François Dupeyron la llevó al cine con Omar Shariff como protagonista. Así, el encanto, la frescura, la emoción limpia que transmite la historia ha cautivado a lectores y espectadores de todo el mundo. A finales de 2004, se estrenó en el Teatro María Guerrero esta versión escénica en castellano, escrita y dirigida por Ernesto Caballero, que se ha recuperado en el Teatro Arenal, protagonizada como entonces por Juan Margallo. Una adaptación ejemplar que concentra toda la acción del relato en la cotidianidad de la tienda de comestibles que, en el París de los años 60, regenta un maduro musulmán; a este modesto establecimiento de barrio acude Moisés, un adolescente judío que roba una lata de sardinas, un hecho que desencadena un proceso de comprensión, respeto mutuo, generosidad, convivencia y afecto. Esto es una alianza de civilizaciones y lo demás son gaitas.


El montaje está dirigido con transparente eficacia, es decir, de forma brillante, siempre al servicio de un texto en el que dos seres humanos son capaces de mirarse con los ojos del corazón. El señor Ibrahim es Juan Margallo, serena, sabia y maravillosamente transmutado en ese mahometano que interpreta el Corán como un compendio de amor y tolerancia. La mirada del otro, la del jovencito judío de familia desestructurada, corre a cargo de un actor nuevo en esta plaza, el debutante Ricardo Gómez, a quien hay que alabar su coraje para saltar de una serie televisiva de gran éxito como «Cuéntame» a las tablas, donde debe defender su personaje a cuerpo limpio, y lo hace bien.




Tolerancia. Amistad. Comprensión. El diálogo necesario entre diferentes culturas. Esa venda en los ojos del corazón que colocan las religiones a la hora de mirar al prójimo. La versión teatral de 'El señor Ibrahim y las flores del Corán' que se representa desde el 17 de diciembre en el Teatro Arenal (Madrid), pone de manifiesto todo estos conceptos, incluidos en el relato de Eric-Emmanuel Scmitt y presentes en sus diferentes montajes escénicos o en la película dirigida por Dupeyron.

Juan Margallo, cuya experiencia interpretativa abruma, y Ricardo Gómez, conocido por su papel de Carlitos en la serie televisiva 'Cuéntame', son los protagonistas del espectáculo, una versión de Ernesto Caballero, que mantiene la esencia de este clásico artístico con una adecuación textual a los tiempos actuales. Todo comienza cuando Moisés, un joven judío, acude a la tienda del señor Ibrahim, un reflexivo tendero árabe, para robarle algunas cosas mientras éste duerme en una silla. Su despertar propicia un diálogo que desembocará en un relación amistosa muy cercana, cuyo contexto histórico nos remonta al París de los 70.

Pese a la desconfianza inicial, Momó (como decide llamarle el tendero) y el señor Ibrahim traban una relación muy especial basada en las visitas del adolescente a la tienda, donde hablan de la vida, de sus religiones y donde comparten su sabiduría. La escenografía, que muestra el interior de la citada tienda, transmite una gran credibilidad y el espectador se engancha a la historia desde el primer minuto por la intensidad dialéctico-gestual profesada por los dos actores. El imaginario viaje a Oriente Medio o la hipnótica danza de Momó constituyen escenas entrañables durante 'El señor Ibrahim y las flores del Corán'.

Si tienen suerte, una vez finalizada la obra, Ricardo y Juan se sientan ante el público para conocer sus reacciones. Además, pueden saludarles personalmente. "Es una obra para todos los públicos", señalaba una señora desde la segunda fila. Correcto. Además, existen muchas posibilidades de que uno salga del teatro con la sensación de que somos más semejantes de lo que pensamos, pese a nuestras diferencias idiomáticas, de procedencia, raza, sexo o religión. Sobre todo, esto último. Quitémonos las vendas. Miremos al corazón.












video

No hay comentarios:

Publicar un comentario