martes, 24 de noviembre de 2015


Género: Concierto
Local: Auditorio Nacional
Interpretes:  
Orquesta de Cámara Andrés Segovia 
Director y solista (violin): Nigel Kennedy

Programa

J. S. Bach  (1685-1750)  
Concierto para violín y orquesta nº 1 en La menor, BWV 1041 




N. Kennedy (1956)
Melody in the Wind 
Fallen Forest 
Dla Jarka 
Solitude 
Gibb it 

A. Vivaldi (1678-1741) 

Las cuatro estaciones, RV 269, 315, 293, 297

Información Adicional

Nigel Kennedy (28 de diciembre de 1956, Brighton, Inglaterra) es un violinista y violista inglés.
Nació en Brighton, East Sussex, descendiente de un largo y prestigioso linaje de músicos. Su abuelo fue Lauri Kennedy, violonchelista británico que tocó en la Orquesta Sinfónica de la BBC, que tocó, entre otros, junto a Fritz Kreisler, Jascha Heifetz y Arthur Rubinstein. Su abuela fue Dorothy Kennedy, pianista, que acompañó a John McCormack, y enseñó a los niños de Enrico Caruso. Lauri y Dorothy se establecieron en Australia, donde nació su hijo, el violonchelista John Kennedy, que fue violonchelista de la Orquesta Filarmónica Real de Sir Thomas Beecham. La madre de Nigel fue Escila Stoner, profesora de piano. Nigel no conoció a su padre hasta que tuvo 11 años. Niño prodigio a quien Yehudi Menuhin pagó sus estudios de violín desde que lo descubrió.
Muy conocido por sus interpretaciones de Las cuatro estaciones de Antonio Vivaldi, de la que llegó a vender más de un millón de discos, convirtiéndose en un récord de ventas en música clásica y por su trabajo con la célebre soprano Sarah Brightman.

Las versiones de Nigel Kennedy son completamente heterodoxas. Más allá de criterios estilísticos, es su desbordante personalidad la que impone la pauta en sus conciertos, cosechando las críticas de los más puristas. La grabación de las 4 estaciones de Vivaldi es la más conocida de ésta obra, su interpretación desborda brillantez y un dominio del estilo únicos. Su interpretación del concierto para Viola y orquesta de Sir William Walton dirigido por André Previn y grabado en 1987, se mantiene para muchos como la mejor versión grabada de la obra. Fue niño prodigio y alumno predilecto de Yehudi Menuhin. Detrás de esa aparente desenvoltura hay una técnica impecable y un dominio del instrumento que lo han consagrado como uno de los grandes leyendas violinístas del siglo XX. Se ha llegado a presentar vestido de payaso, interpelando al público y bailando por el escenario. El teatro contribuye, sin duda, a crear un espectáculo completo y de carácter muy personal.



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