sábado, 7 de marzo de 2015

Kurt Elling Quintet Passion World


Género: Jazz
Local: Auditorio Nacional (Sala de Cámara)
Interpretes: 

Kurt Elling, voz
Gary Versace, piano y órgano Hammond
Clark Sommers, bajo
John McLean, guitarra
Bryan Carter, batería

Información adicional:

Hay voces que son aliento de cultura, no ya tanto por su autoridad técnica, sino sencillamente por su respiración artística. La de Bob Dylan, por tomar un ejemplo universal, es una de ellas; la de Kurt Elling, por circunscribirnos a los dominios del jazz, es otra. Para que un cantante luzca por encima de sus cualidades vocales e incluso de sus palabras, es necesario tener alma y emoción, tanto en el gesto como en el pensamiento, lo cual sucede en estos dos casos. Y si a ello se le suma una autoridad intelectual cargada de buenas razones, como también se ajusta a estos artistas, el asunto adquiere categorías mayores. A Kurt Elling (Chicago, 1967), no le han concedido ningún premio Príncipe de Asturias de las Artes, pero en lo suyo es un rey; ahí están los constantes reconocimientos que obtiene regularmente entre los exigentes aficionados de revistas tan prestigiosas como DownBeat o JazzTimes, o sus periódicas visitas a los festivales y auditorios más rigurosos e inaccesibles.

Queda claro: Kurt Elling no tiene una voz bonita, pero todo en él rezuma sabiduría y sentimiento; sabiduría del creador que sabe tanto del respeto de la tradición como de la audacia de lo contemporáneo; sentimiento del artista con un gusto exclusivo de la canción, que él verbaliza con texturas rugosas, distintas, mágicas. En su comparecencia en el Auditorio Nacional de Música acude acompañado de músicos amigos como el guitarrista John McLean, el contrabajista Clark Sommers, el baterista Bryan Carter y el pianista Gary Versace, reemplazando a Laurence Hobgood. En el decir de Elling caben todas las voces del jazz, como queda claro en su última respiración discográfica, Passion World, una colección de hermosas baladas y canciones de amor que se acuestan y duermen en su regazo barítono. El colchón jazzístico del grupo es exquisito y los arreglos a la altura de una trayectoria musical intachable, la de quien, sin duda, es la voz masculina más importante del jazz en los últimos veinte años.

El cantante no gastó demasiados esfuerzos para convencer a los directivos de la fonográfica Blue Note, a los que, mediada la década de los noventa, conquistó tras enviarles una maqueta. Sus primeras entregas para el reputado sello obtuvieron el aplauso de la gran familia del jazz, que diagnosticó como joyas álbumes como Close your eyes, The Messenger o This time it’s love. Hoy el hombre graba para otra afamada escudería, donde cuenta con tres álbumes igualmente necesarios, Nightmoves, The gate y 1619 Broadway - The Brill Building Project, este último dedicado al famoso edificio que acogiera el talento de ilustres figuras como Paul Simon, Sam Cooke o Duke Ellington, con el eco de clásicos de fondo como Come Fly with Me, On Broadway, You Send Me o So Far Away.

Es dueño y señor de técnicas exclusivas como el vocalese o el scat, y un creador asomado a otras artes, principalmente al teatro (talento que libera asiduamente en el teatro Steppenwolf de Chicago) y la poesía (conocidas son sus querencias a interpretar textos de Rilke o Neruda). El espectador está, pues, ante la escenificación vocal más inteligente y emocionante con que cuenta el jazz de nuestros días, y ante la majestuosidad de un artista que se siente hombre por encima de todo; de ahí que siempre tenga preguntas que plantear, retos que encarar y sinfín de historias que cantar. Nunca una arruga vocal fue tan extraordinariamente bella. Ni tan asombrosamente humana.



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