jueves, 3 de octubre de 2019

Infinity

Imagen ©Hugh Turvey para CNDM
Género: Jazz
Local: Auditorio Nacional

Interpretes: 
Tom Harrell, trompeta y fliscorno 
Mark Turner, saxo tenor
Charles Altura, guitarra
Ugonna Okegwo, contrabajo
Johnathan Blake, batería

Información adicional:
© Angela Harrell
La belleza como principio y fin

Vive en un universo poético propio, donde la belleza se manifiesta de manera singular y extrema. El trompetista que se diera a conocer en los años ochenta como miembro del quinteto de Phil Woods no sólo ha soñado su soplo con este aliento poético, sino que, desde entonces, cada una de sus aventuras está marcada por una emoción tan extraña como singular. Todo ello tiene justo refrendo en cada uno de sus testimonios discográficos, pero, como es un músico y un creador de verdad, todo se amplifica en los directos, donde convierte los conciertos en maravillosos encuentros con una música elevada, definitiva.

Cabizbajo, con los brazos extendidos en paralelo a su cuerpo, el venerable jazzista más bien parece un viejo profesor de universidad venido a menos, una suerte de metáfora musical del matemático John Forbes Nash que inspirara el libro y la película Una mente maravillosa. Hasta que coge su trompeta o el fliscorno y empieza a respirar todas sus fantasías musicales; ahí, entonces, el hombre se hace pequeño y el artista gigante, proyectando una sombra poética con efectos si no hipnóticos, sí sanadores. Y es que todos los conciertos de Harrell desembocan en el mismo sitio, ya sea tocando jazz por derecho o abriéndose a melodías de inspiración clásica o folclórica: en una felicidad extrema.

Acude este caballero tras el extraordinario Moving Picture de hace un par de años, manufacturado con ese pianista febril que es Danny Grissett: ahora su visita se produce en otro contexto instrumental, por más que igualmente sea pequeño, y otro apoyo discográfico, Infinity, publicado en marzo pasado y también dentro del catálogo inteligente del sello HighNote. Así, junto a Harrell, estará al frente un saxofonista especialmente amigo de la afición española, Mark Turner; completan la alineación el guitarrista Charles Altura, el contrabajista Ugonna Okegwo (que reemplaza en el directo a su homólogo Ben Street) y el baterista Johnathan Blake. El entendimiento entre todos ellos se produce siempre desde los costados de la belleza, pues hace tiempo que al trompetista no le interesa otra cosa; todo lo demás ya lo lleva en su pasaporte artístico.

Hay mucho poso postbop en el discurso reciente de Harrell, una piel musical que le sirve para construir puentes hacia esa hermosura sosegada y equilibrada, sorprendiendo en paralelo por la vitalidad y la frescura que adormecen en cada una de sus composiciones originales, ya que no es muy dado a las versiones. Y es que la suya es una energía alimentada por impulsos de mucha exclusividad, pocos jazzistas como él pueden presumir de una personalidad tan poderosa y sostenida en el tiempo. Y tan ajena a todo lo que no siente como cercano, como propio. Una actitud muy frecuentada por grandes caballeros del jazz, que, con independencia del eco de su nombre, marca cada uno de sus movimientos, con decidida indiferencia por lo previsible, lo fútil. Todo en él es de verdad.

Pablo Sanz

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