domingo, 6 de octubre de 2019

Areva, una mujer de Numancia

Género: Teatro
Local: Auditorio Museo Arqueológico Nacional

Realización y producción: Jon Sarasti y María José Stefanía
Dramaturgia y dirección: Jon Sarasti
Producción y documentación: Maria José Stefanía
Ambientación sonora: Gonzalo Galiñanes
Escenografía y vestuario: Enrique Benito
Fotografía: Patricia Abascal
Interprete: Natalia Moya

Información adicional: 
Acción y recreación histórica cuya protagonista, Areva, es un personaje de ficción que se sitúa en la ciudad romana de Sagunto, en el año 123 a. C., diez años después de la conquista de Numancia por los Romanos. Su conmovedor relato transmite sus recuerdos sobre los acontecimientos históricos de un episodio concreto de la conquista romana: la guerra de Numancia.

El espectáculo teatral esta basado íntegramente en los datos obtenidos de investigaciones arqueológicas. El monólogo aprovecha la capacidad comunicativa de la narración en primera persona para acercar al espectador al momento histórico, consiguiendo que el verdadero protagonista sea la gente corriente que cuenta sus vivencias

Este episodio forma parte de un ciclo que ofrece un recorrido documentado y verosímil de la historia de España contado por sus propios protagonistas. Con él se da voz a personas que vivieron o pudieron vivir en momentos críticos y trascendentales de nuestra historia. 

Datos sobre el contexto histórico de la obra: 

Areva
Nombre de la protagonista del relato, nacida en 178 a.C. Toma su nombre de los arévacos, pueblo celtíbero de la meseta central que ofreció gran resistencia a la conquista romana. Una vez asolada Numancia, los sobrevivientes se convierten en botín del ejército romano y son trasladados a Roma para su exhibición como perdedores. Sin embargo, Areva no correrá esa suerte: por sus conocimientos de “contar, medir, calcular y leer en las monedas las letras de los iberos” será comprada como esclava a los centuriones romanos por un comerciante de la romanizada Sagunto.

Bílbilis
Ciudad prerromana, Bílbilis Itálica romana, actual Calatayud (Zaragoza).

Calagurris
Ciudad prerromana, Cala-gurris Iulia romana, actual Calahorra (La Rioja).

Cartago
Ciudad norteafricana de origen fenicio. Fue el escenario de la primera guerra púnica, en la que los cartagineses (púnicos) se enfrentaron a Roma por el control del Medite-rráneo. Durante la segunda guerra púnica (218 –202 a.C) la acción se traslada a la península Ibérica, fuente de suministros para el ejército del cartaginés Aníbal, que se había convertido en verdadera amenaza para Roma. En este marco cabe situar la llegada de elefantes a la Península, traídos por Aníbal. Tras la victoria sobre los cartagineses y una vez expulsados, los romanos deciden quedarse en la Península, que se convierte en Hispania, provincia del Imperio, pero su conquista será paulatina y no acabará hasta Augusto, en el año 29 a.C.

Moncayo
La sierra del Moncayo se haya ubicada en la cordillera Ibérica, a caballo entre las cuencas hidrográficas del Duero y del Ebro. La cumbre del Moncayo (2.315 m.) es su máxima cota. En la Antigüedad, estuvo poblada de bosques de robles y encinas, como los que rodeaban Numancia, según los textos clásicos, y que ofrecían un medio apto para el pastoreo y la cría de ganado, complemento de la dieta alimenticia de cereal de trigo y cebada de los celtíberos, a la que se añadían, además, los productos de la huerta. La explotación de las minas de hierro del Moncayo era otro elemento importante dentro de la economía celtibérica, lo que permitió el desarrollo de una manufactura siderúrgica.

Numancia
Ciudad celtíbera. En un principio habitada por los pelendones (también celtíberos) hasta su ocupación por los arévacos a principios del siglo II a.C. Tras su destrucción por los romanos en 133 a.C., fue ocupada de nuevo por los pelendones, aliados de los romanos.

Roma
Ciudad italiana fundada en el año 754 a.C., fue centro de un gran Imperio que duraría más de seis siglos. Aún hoy somos deudores de su cultura, una de las más fecundas de la Antigüedad. La resistencia al avance romano en la Península fue muy fuerte por parte de los celtíberos, lo que dio lugar a las denominadas guerras celtibéricas a partir del episodio de Segeda. Previamente, en los años 180-179 a.C, Sempronio Graco firmó un pacto con los celtíberos por el que éstos accedían a pagar impuestos, a no levantar nuevas ciudades y a suministrar tropas auxiliares a los romanos. En contrapartida, Graco distribuyó lotes de tierra asentando en ellas a familias celtíberas. Fueron años de paz en la región y los acuerdos alcanzados serían luego modelo a seguir por los indígenas en su relación con Roma, estos años son recordados con nostalgia por Areva.
A mediados del siglo II, sin embargo, la política del Senado romano cambió de manera notable. Roma precisaba cada vez con más intensidad apropiarse de tierras, minas, esclavos, tributos...
Eran tiempos de una fuerte crisis social en Italia y el Senado quería que ingentes cantidades de recursos afluyesen hacia la metrópoli. Ello motivó una fuerte acción militarista y expansionista en los distintos frentes del Mediterráneo. Roma precisaba de un pretexto que le permitiera ocupar la Celtiberia. La ciudad de Segeda, al fortificarse, se lo concedió.

Rubia
Planta de cuya raíz se obtenía un tinte de color rojo muy apreciado en la Antigüedad para teñir paños de lana.

Saguntum
Antigua Arse, ciudad aliada de los romanos en 219 a.C. y vencida por el general cartaginés Aníbal. Ahora, Areva vive aquí, es la esclava de un mercader y la ciudad ya está romanizada.

Sal marina
En la Antigüedad, la sal se empleada para la conservación de alimentos y era un elemento escaso y muy valorado, hasta el punto de que se empleaba como moneda. Los soldados romanos recibían una paga en granos de sal, origen de la palabra “salario”. Areva valora la sal marina por su mayor pureza y finura frente a la sal procedente de salinas del interior.

Segeda
Es la ciudad más importante de los belos, pueblo también celtíbero, situada cerca de Numancia; se rodeó de unos muros fuertes y obligó a los titos, otra tribu celtíbera limítrofe, a unírseles. El Senado les prohibió fortificarse, les reclamó los tributos estipulados en tiempos de Graco y les ordenó que proporcionaran las tropas acordadas. Ante la negativa de los belos, el Senado romano
consideró que tenía un adecuado pretexto para iniciar la guerra justamente. De esta forma, en el año 153 a.C., dieron comienzo las guerras celtibéricas y los habitantes de Segeda huyeron y se refugiaron en el territorio de los arévacos, como es recordado por Areva.
El día 23 de agosto, consagrado a Vulcano, las tropas romanas fueron vencidas por los celtíberos, registrando unas 6.000 bajas. Esa fecha fue considerada, en lo sucesivo y por ese motivo, día nefasto. Sin embargo, los restos del ejército invasor ya iniciaron, en ese mismo año, el cerco de Numancia.





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