domingo, 8 de marzo de 2020

Subh, la sayyida del califa

Género: Teatro
Local: Auditorio Museo Arqueológico Nacional

Dramaturgia y Dirección: Jon Sarasti
Realización y producción: Galápagos, Teatro Cálido S.L.
Producción y documentación: Maria José Stefanía
Música original: Gonzalo Galiñanes
Escenografía: Enrique Benito
Vestuario: Vestuario París
Fotografía: Patricia Abascal
Asesor científico: Gaspar Aranda
Interprete: Myriam Gas

Información adicional

Corre el año 382 de la hégira (992 d.C.) La escena se desarrolla en el alcázar palatino de Córdoba, capital del califato, en un momento culminante de su historia. El poder y el esplendor de al-Andalus son vistos con temor y admiración por los reinos cristianos (León, Castilla, Navarra y el condado de Barcelona) sometidos a vasallaje. Subh, la reina madre, verdadera gobernante, recibe a sus súbditos y organiza el programa político del día acompañada de su séquito. Su hijo, el califa Hisham II, permanece apartado del gobierno por su incompetencia. Subh gobierna como regente de éste, mientras que duda de Almanzor, como persona de confianza que había sido hasta ese momento.

Datos sobre el contexto histórico de la obra:


Subh (Aurora). 
Extraordinaria mujer de origen vascón. Durante su infancia fue educada para convertirse en esclava cantora. Posteriormente, adquirida para el harén del califa de Córdoba al-Hakam II, llegó a ser su concubina favorita. Éste le hacía vestir como un joven, le dio el nombre varonil de Chafar y le permitió participar en reuniones vetadas a las mujeres. El califa, al que dio dos hijos, la hizo sayyida o Señora del alcázar, título honorífico reservado a la madre del heredero. También la colmó de atenciones y regalos, como el estuche conocido como Bote de Zamora, expuesto en el Museo Arqueológico Nacional. Gracias a su peculiar inteligencia y especial personalidad, fue la mujer más influyente en el reino más poderoso de la época durante un largo período a finales del siglo X. Gobernó al-Andalus como regente de su hijo, el califa Hisham II, con el apoyo de su tutor Almanzor, hasta que éste se hizo con el poder absoluto. De ella se rumoreó que era su amante, al menos desde la muerte de al-Hakam.

Al-Hakam II. 
Segundo califa omeya de Córdoba. Subió al trono a los 46 años, al morir su padre Abd al-Rahman III en 961. Más interesado en las letras y las artes que en política, su reinado fue uno de los más pacíficos y fecundos de los omeyas de al-Andalus aunque, con la confianza que depositó en sus funcionarios, inició la delegación de funciones que, continuada por su hijo, fue una de las causas de la caída del califato. Reunió en el alcázar de Córdoba una grandiosa biblioteca, amplió suntuosamente la mezquita aljama y llevó a cabo múltiples obras públicas. Los cronistas árabes subrayan la pasión que sentía por su favorita Subh y la influencia que ésta ejerció sobre él: llegó a dominar el corazón de al-Hakam, que nada le negaba.

Almanzor 
Muhammad ibn Abi Amir, futuro al-Mansur, (el Victorioso), Almanzor para los cristianos. Empezó su carrera política en tiempos del califa al-Hakam II. A su muerte, Almanzor propició la subida al trono del príncipe Hisam II, que posteriormente le elevó al cargo de visir y a quién acabó anulando políticamente. Pronto ascendió mediante intrigas hasta ser el auténtico dirigente, desplazando a Subh, que gobernó hasta entonces. En 981, a partir de una gran victoria frente a los cristianos, adoptó el título califal de el Victorioso, lo que constituyó el inicio de un verdadero golpe de estado que, sin sustituir al califa, dio lugar a una dictadura que duraría 20 años, hasta su muerte en 1002. Fue un extraordinario e implacable militar en sus más de cincuenta aceifas o ataques a los reinos cristianos, enemigos del Islam, que le consideraron un verdadero azote de Dios. Su éxito en debilitar la autoridad del califa desencadenó la caída del califato. A su muerte, le suceden sus hijos, Abd al-Malik y Abderramán Sanchuelo, con quien da fin la dinastía amirí creada por Almanzor.

Córdoba. 
Fue una de las principales ciudades del medievo; capital del califato omeya de al-Andalus (929-1031) Los cronistas árabes la compararon con Bagdad y Bizancio y la describieron como lugar de florecimiento de las ciencias, las artes y la arquitectura, del cual fue singular ejemplo la ampliación de la mequita aljama, que la convertiría en una de las mayores y más hermosas del Islam. La prosperidad económica también se vió reflejada en sus bibliotecas, escuelas, baños públicos, mercados, almunias, palacios y centenares de mezquitas menores.

Emperador de Bizancio o Constantinopla. Actual Estambul (Turquía). 
En la época de Subh, el emperador del imperio romano de Oriente, o Imperio bizantino, era Basilio II, quién logró uno de los reinados de máximo esplendor del Imperio, durante el cual Bizancio fue la capital cultural de referencia. La privilegiada situación de la ciudad entre Oriente y Occidente le permitió convertirse en un gran emporio comercial del Mediterráneo y ser mercado receptor de productos orientales: esclavos, materias primas y especias, con las que comerciaba con al-Andalus, lugar al que también llegaban otros admirados y lujosos productos del Imperio bizantino (sedas, brocados, tintes, esmaltes, orfebrería, mosaicos -como los de la mezquita de Córdoba-, perfumes, esencias…) tal y como señala Subh.

Esclavones. 
Esclavos palaciegos, capturados en centroeuropa (eslavos o saqalibas), el Mediterráneo o las marcas hispánicas, empleados en labores palaciegas, sobre todo los eunucos, y militares. Algunos alcanzaron puestos de importancia.

Hisham II. 
Tercer califa omeya de Córdoba, nombrado a los once años al morir su padre al-Hakam II en 976. Fue eclipsado por su madre, Subh, y Almanzor.

Madinat al-Zahra. 
Ciudad palatina edificada cerca de Córdoba por Abd al-Rahman III para centralizar la organización del Estado, mostrar su superioridad política y religiosa sobre sus enemigos, mejorar su seguridad y rodearse del lujo y el protocolo dignos de un Príncipe de los Creyentes. Le posibilitaba, también, competir con el califato de Oriente, utilizando su mismo lenguaje simbólico: Madinat al-Zahra se inspiró en Samarra, ciudad palatina de los abbasíes en Oriente.

Madinat al-Zahira. 
Ciudad palatina edificada por Almanzor al este de Córdoba, a la cual trasladó desde Madinat al-Zahra, en 981, únicamente los servicios administrativos, su guardia adicta y los depósitos de armas y víveres, ya que en el alcázar califal de Córdoba (donde se desarrolla la escena) quedó buena parte de la verdadera corte: el califa Hisham II, el harén y los servidores de palacio. Fue destruida, junto con sus indescriptibles riquezas, durante una sublevación contra los amiríes en 1009.

Mawla (liberto, cliente). 
Esclavo manumitido que tomaba el distintivo tribal de su dueño, con el que mantenía una relación clientelar.

Rey de Pamplona. 
Sancho Garcés II Abarca, rey de Pamplona, realizó un viaje a Córdoba con la intención de conocer a su nieto, Abd al-Rahman Sanchuelo, hijo del temible Almanzor, al que había entregado valiosos regalos para sellar la paz, y de una de sus hijas, entregada a éste en matrimonio con el mismo fin. De este viaje, al que hace referencia Subh, está documentado que el rey de Pamplona fue recibido con gran pompa militar en Madinat al-Zahira hacia 992.




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